Desvaríos de una lechuga <$BlogRSDUrl$>

domingo, marzo 28, 2004

La macarrilla y el chicle 

Erase una vez un chicle relleno de mora, vivía feliz en su envoltorio de plástico, aunque un poco apretado. Un día, ¡oh, felicidad! un niño le sacó del dichoso papelito y fue a meterselo en la boca. Al fin estaba cumpliendo su misión de chicle!!!! Sintio una subida, mucho calor... y, de pronto, una sacudida, el chicle fue a parar a suelo. No comprendía qué había pasado. Cuando vio el envoltorio arrugado en el suelo junto a él, lo comprendió todo, era un chicle picante!
Se sentía decepcionado consigo mismo, qué haría a partir de ese momento? no tenía piernas ni brazos, apenas lo habían masticado y no era muy elástico... Consultaba todo esto con las gotitas de relleno de fresa, que le caían muy bien. Absorto estaban en sus cavilaciones, cuando una gran sombra se cernió sobre ellos y entonces... el chicle fue aplastado por un gran zapato, un 45 calculado a ojo, que desperdigó todo el relleno menos una gotita.
Unos cuantos días estuvieron recorriendo mundo el chicle y la gotita, charlaban muy animadamente y se llevaban muy bien, hablaban del tiempo, de la vida, filosofaban y se contaban sus respectivas penas. El zapato era de un hombre de mediana edad, que engañaba a su mujer, y no se le ocurría otra cosa que dejar los zapatos tirados de cualquier manera, de modo que el chicle y la gotita tenían que taparse los ojos de vez en cuando... son tan inocentes estos chicles... A pesar de estos pequeños contratiempos (pequeños porque el hombre no daba pa mucho y enseguida se podía volver a mirar), vivían bastante contentos en aquel zapato, que recorría muchísimos lugares de la ciudad. Pero resultó que, un día que llovía, el chicle se despegó del zapato, y se quedó en el suelo, observando cómo se alejaba su querida gotita, que le decía adiós a gritos.
El chicle, desolado, apenas tuvo tiempo de sopesar el daño moral de aquella desgracia, pues enseguida unas botas militares lo pisaron, y de la porquería que allí había se quedó pegado a pesar de la lluvia. Pasó una temporada horripilante, había descubierto a traves de conversaciones con los chicles que había pegados en estas botas (se ve que los militares nunca miran sus zapatos...) que estaba en el ejército... Las botas le aplastaban fuertemente contra el suelo cuando el hombre corría, además... le olían los pies, y con estos zapatos que hay ahora transpirables, al chicle le llegaban todos los gases directamente por la suela. Resultó que un día, vino la novia del militar, y el chicle se las arregló como pudo para pegarse a sus tacones. Ya se había acostumbrado a una vida de viajero y le era bastante fácil desplazarse. En cuanto la mujer llegó a casa y vio el chicle, lo tiró sin más rodeos por la ventana. El chicle emprendió su camino hacia un nuevo zapato, había avistado en la distancia uno especialmente cuidado que tenía pinta de ser confortable, situándose unos centímetros hacía la izquierda... CHAF! una joven que pasaba corriendo por ahí lo pisó sin previo aviso, y ¡¡sin pedir permiso!! Aquel zapato pertenecía a una macarrilla chiquitaja que iba por todos lados con botas de cuero y colgantes de calavera.
La suela de aquellas botas era indescriptible... lo que había allí no había visto la luz en años y la vida empezaba a crearse como por arte de magia, si se hubiera fijado antes, hubiera sido un buen proyecto para el concurso de ciencias... El chicle se escondió como pudo en los dibujos de la suela mientras un sinfín de criaturas y extrañas sustancias se acercaban a curiosear.
Resultó que, por alguna extraña casualidad del destino, la niña dejó la bota del chicle en una postura tal que, según la miró, vió al chicle en primer plano.
WEEEEE!! - gritó - con las ganas que tenía de un chicle y lo caros que esán ultimamente!!!
Y, con una gran sonrisa, arrancó el chicle de la suela y se lo metió en la boca. Sabía un poco rancio, un poco a tierra, un poco a gusanos, un poco a polvo... pero comparado con la cantidad de sustancias que moraban entre la saliva de esta chica, era el mejor chicle del mundo!
El chicle estaba felíz, aun después de todo este tiempo podía cumplir su misión!
La macarrilla mascaba el chicle noche y día, día y noche, mañana y tarde, tarde y pronto, y tal y cual, y el chicle cada vez se volvía más asqueroso, ya no era chicle, era chicle mezclado con todo lo que en aquella boca había, que no era poco.
Pasado un tiempo, la macarrilla se hartó del chicle, y lo dejó en la mesilla de noche, envuelto en un cachito de plástico.
Continuará ^_^

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lunes, marzo 22, 2004

weeee 

En construcción




En fin, sigo peleándome con el html, de momento tiene unos colores un tanto extraños, sobre todo la cabecera, en unos días estará resuelto (espero)

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domingo, marzo 21, 2004

Buenos dias por la mañana 

Jack


Escribo, escribo, tengo que escribir, puedo escribir lo de siempre, cuentos de niñas y niños, de princesas y príncipes, de reyes, reinas, algodón, sentimientos, caderas o moños; de ojos verdes, suicidios, o plazas atiborradas de gente que no existe, que no es; de cosas que están inventadas o cosas que también lo están ya, pero no se nota tanto; de gatos, ninfas, prostitutas, ángeles u orientales tramposos. Da lo mismo, simplemente tengo que escribir sobre algo. De todas formas, lo mismo da lo que escriba, en el fondo siempre dejo las historias inacabadas. Puede ser que no sé cómo terminarlas porque no me gusta poner la palabra "fin", pero creo que más bien es porque las historias nunca se acaban, no eso dicen. Al fin y al cabo, qué había en la otra plaza a la que fue la niña?, qué fue del gato y el gótico, del granjero, de las gemelas o del gilipollas?, qué hizo ella despues de funeral? o por qué lloraba realmente?, dónde fueron la Muerte y la Vida?, llegó la niña a su casa? intentó buscar la tienda de nuevo, desapareció el algodón? qué fue de aquel niño? dónde huyó la gente?, y un sinfín más de preguntas, si respondes a cada una de ellas se te formularán más, y así sigue y sigue, por eso cuando alguien me dice (y me lo dicen a menudo) que mis historias no acaban bien, que no tienen conclusión, yo pienso que da lo mismo lo que escriba, pues de todas formas no van a acabar. Hasta se me quitan las ganas de escribir, pero hoy necesito escribir y no sé por qué, y lo único que consigo es escribir cuatro ralladas que a nadie le interesan y que luego colgaré en mi blog para que venga la misma persona que me dice que mis historias no concluyen a decirme que lo que digo no tiene sentido, y me lo explicará como le parece, y es que tiene una forma de expresarse que te quita todos los argumentos de la boca y tienes que decir que sí a todo lo que dice, porque llega un momento en que todo o demás es absurdo, sólo lo suyo tiene sentido, lo mismo da que tú al principio pensaras lo contrario. Hará eso, o bien decir que está de acuerdo y de pronto se lo vuelve a leer y difiere, cambia tanto de opinión, aunque luego es muy cabezota, ya se sabe, y esa otra opción lleva irremediablemente a la primera. Pero bueno, tu aun así sigues en tus trece, dejas lo que habias puesto, aunque más por no tener ganas de cambiarlo que por que ya no opines como esa persona, así se puede decir que realmente no estás en tus trece, simplemente dos comentarios te han hecho cambiar de opinión pero eres demasiado vaga para hacerlo notar. Y así se escribe la historia, y deberia estar prohibido que la gente aburrida escribiese, porque ya veis lo que sale... en fin, como siempre, no hace falta que lo leais

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lunes, marzo 15, 2004

Lalalaaaa 2 

Y ahora una que me inventé el otro dia, en una tarde de desvaríos varios y variados :P

había una vez
me gusta me gusta
un niño que se aburria...
y decidió salir a la calle
y era la primera vez que salía a la calle en su vida
y se encontró con que en vez de tener un suelo como de algodón, todo era de piedra
y entonces...
y entonces?
decidió comprar mucho algodón
para llenar todo de él
primero su calle
luego el barrio
la ciudad
el país..
pero resultó que no había más algodón en el mundo
y que pasó?
puessssss
como las personas cuando es cuestion de irse a donde todo es duro y duele pasan bastante
decidió ignorar que existía más mundo
suele pasar
entonces
acaba ahí?
no
aaaaah
a ver
parecía que todos los que estaban en zonas con algodón eran muy felices
y todo iba bien
pasaban los dias, las seamanas, los meses... los años...
y la gente que pasaba por allí cada día aplastaba un poquito más el algodón contra el suelo, o se le quedaba pegado a la ropa, y algunos cachitos se iban desperdigando fuera de esa zona
hasta que llegó un dia
en que en la esquina de una calle
el algodón desapareció por completo
y alguien, no preguntes quien, pero siempre es alguien el primero, se hizo daño
la gente entró en pánico
xD
hecatombeeeee!
muchos corrieron fuera del pais pues pensaban que ese ya no era seguro
llevando consigo más cachitos de algodón pegados a la ropa
y que pasó? (pero con el tono que ponian las ratas del " un mamut chiquitito")
xDDDDDDDDDDD
sigue sigue
pues que el algodón queria desperdigarse, y se desperdigó
y por todo el mundo han quedado zonas en las que hay mucho algodón
y zonas en las que hay mu poco
y zonas que de vez en cuando se quedan sin nada de algodón, porque hay alguna gente que al llegar no pisa encima, sino que lo aparta
y zonas que a veces se llenan de algodón, porque hay gente que lo quita de otros paises y lo lleva a esas zomas
parece una historia de esas en plan "antes habia un lago en georgia pero una bandada de pajaros se lo llevó" xD
queseso? xD
nah, tú sigue
luego te cuento
mmm
es q ya no sé que mas decir xD
mmm
la historia es tuya?
y así es como acabó el mundo
me la acbo de inventar sobre la marcha xD

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Lalalaaa 

En fin, aquí va una historia que hice para clase de lengua hace tres años :P (la encontré antes y la pasé pal ordenador :P)

No me explico cómo llegué a esa tienda. Volvía de la escuela, siguiendo el mismo camino de siempre cuando, sin darme cuenta, en lugar de estar en la larga calle que lleva al parque de olivos, me encontraba en un callejón sin salida. Lo único que se podía ver desde allí era una tienda de color azul brillante, con un gran escaparate en el que se podía observar un amplio surtido de objetos extraños.
Siempre me han fascinado este tipo de tiendas, mi habitación estaba repleta de cosas parecidas, sin ninguna utilidad y cada una más rara que la anterior.
Entré en la tienda sin pensármelo dos veces.
Un oriental me observaba desde el mostrador mientras yo movía la cabeza de un lado a otro, en un intento de abarcarlo todo con la mirada.
Recorrí interminables pasillos de estanterías abarrotadas, llenas de toda clase de artilugios. De pronto, algo llamó mi atención, un objeto muy brillante de forma ovalada. Al cogerlo advertí que estaba templado, me pareció extraño, pues era de cristal.
Me acerqué al hombre del mostrador y le pregunté para qué servía. El me contestó “Para lo que tu desees...”
Me quedé algo sorprendida con la respuesta, pero como era barato y me gustaba su tacto, lo compré y salí de la tienda. Cuando me di la vuelta, la tienda había desaparecido y me encontraba muy cerca del parque de olivos. Por alguna razón esto no me sorprendió en absoluto. Saqué el huevo de mi bolsillo y recordé las palabras del oriental “Para lo que tu desees...”. Cerré los ojos y deseé estar en mi casa, cuando los volví a abrir no había cambiado nada, seguía en la calle y la gente pasaba a mi lado. Continué andando hacia casa cuando, al tropezar, el huevo se me escapó de las manos y fue a parar al suelo, deshaciéndose en miles de pequeños cristales. Pero había algo mas... Una pequeña bombilla con una pila. Comprendí entonces que me habían engañado, pero... ¿y la tienda?

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