Desvaríos de una lechuga <$BlogRSDUrl$>

lunes, marzo 15, 2004

Lalalaaa 

En fin, aquí va una historia que hice para clase de lengua hace tres años :P (la encontré antes y la pasé pal ordenador :P)

No me explico cómo llegué a esa tienda. Volvía de la escuela, siguiendo el mismo camino de siempre cuando, sin darme cuenta, en lugar de estar en la larga calle que lleva al parque de olivos, me encontraba en un callejón sin salida. Lo único que se podía ver desde allí era una tienda de color azul brillante, con un gran escaparate en el que se podía observar un amplio surtido de objetos extraños.
Siempre me han fascinado este tipo de tiendas, mi habitación estaba repleta de cosas parecidas, sin ninguna utilidad y cada una más rara que la anterior.
Entré en la tienda sin pensármelo dos veces.
Un oriental me observaba desde el mostrador mientras yo movía la cabeza de un lado a otro, en un intento de abarcarlo todo con la mirada.
Recorrí interminables pasillos de estanterías abarrotadas, llenas de toda clase de artilugios. De pronto, algo llamó mi atención, un objeto muy brillante de forma ovalada. Al cogerlo advertí que estaba templado, me pareció extraño, pues era de cristal.
Me acerqué al hombre del mostrador y le pregunté para qué servía. El me contestó “Para lo que tu desees...”
Me quedé algo sorprendida con la respuesta, pero como era barato y me gustaba su tacto, lo compré y salí de la tienda. Cuando me di la vuelta, la tienda había desaparecido y me encontraba muy cerca del parque de olivos. Por alguna razón esto no me sorprendió en absoluto. Saqué el huevo de mi bolsillo y recordé las palabras del oriental “Para lo que tu desees...”. Cerré los ojos y deseé estar en mi casa, cuando los volví a abrir no había cambiado nada, seguía en la calle y la gente pasaba a mi lado. Continué andando hacia casa cuando, al tropezar, el huevo se me escapó de las manos y fue a parar al suelo, deshaciéndose en miles de pequeños cristales. Pero había algo mas... Una pequeña bombilla con una pila. Comprendí entonces que me habían engañado, pero... ¿y la tienda?

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