jueves, septiembre 16, 2004
Falta de inspiración....
Habia una vez una niña que siempre vestia de negro. No se sabía por qué, pero siempre lo hacia.
Algunos la llamaban ojcurilla, goticucha, y todo lo que se te pueda ocurrir, pero eso no era cierto, simplemente le gustaba ese color, ¿acaso no podía? Cuando vestia de rojo nadie le decia nada, y era porque el rojo le sentaba bien, sobre todo en verano, cuando llevaba esos pantalones.
Pero se habian roto. Intentó arreglarlos de mil maneras, cosienndo sin parar, y la tela se rompia alrededor del cosido y el agujero se iba haciendo cada día mayor.
Un dia decidió poner otro cacho de tela, y los pantalones aguantaron, pero no era lo mismo, pues la tela era diferente y el color también. Y la niña supo que sus pantalones ya no volverían a ser iguales.
Seguía poniéndoselos, si, pero sólo porque no tenía otra cosa que le diera color.
Un dia se hartó de los pantalones, pues no le acababa de convencer ese trocito de tela. No sabía que hacer con ellos, los habia apreciado tanto que no quería tirarlos así como así. Decidió guardarlos en un armario, al fondo, pero vio el agujero que tenían; se habia hecho mayor, y era realmente horroroso, así que quitó el cacho de tela que no le acababa de convencer, y se quedó con unos pantalones rotos y sin saber qué hacer.
Despues de mucho pensar y mucho preocuparse, acabó por darse cuenta de lo idiota que habia sido, al fin y al cabo, sólo eran unos pantalones.
Los tiró y fue a comprarse unos nuevos, y, hasta que los encontró, siguió vistiendo de negro, sin hacer caso de lo que le decían.
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Algunos la llamaban ojcurilla, goticucha, y todo lo que se te pueda ocurrir, pero eso no era cierto, simplemente le gustaba ese color, ¿acaso no podía? Cuando vestia de rojo nadie le decia nada, y era porque el rojo le sentaba bien, sobre todo en verano, cuando llevaba esos pantalones.
Pero se habian roto. Intentó arreglarlos de mil maneras, cosienndo sin parar, y la tela se rompia alrededor del cosido y el agujero se iba haciendo cada día mayor.
Un dia decidió poner otro cacho de tela, y los pantalones aguantaron, pero no era lo mismo, pues la tela era diferente y el color también. Y la niña supo que sus pantalones ya no volverían a ser iguales.
Seguía poniéndoselos, si, pero sólo porque no tenía otra cosa que le diera color.
Un dia se hartó de los pantalones, pues no le acababa de convencer ese trocito de tela. No sabía que hacer con ellos, los habia apreciado tanto que no quería tirarlos así como así. Decidió guardarlos en un armario, al fondo, pero vio el agujero que tenían; se habia hecho mayor, y era realmente horroroso, así que quitó el cacho de tela que no le acababa de convencer, y se quedó con unos pantalones rotos y sin saber qué hacer.
Despues de mucho pensar y mucho preocuparse, acabó por darse cuenta de lo idiota que habia sido, al fin y al cabo, sólo eran unos pantalones.
Los tiró y fue a comprarse unos nuevos, y, hasta que los encontró, siguió vistiendo de negro, sin hacer caso de lo que le decían.
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